Tuesday, April 12, 2005

El espejo.

Camino ya sin miedo a la inmolación;
Dejo que tu aire me refresque la memoria
y que mi alma se impregne de tu imagen.

Me entrego inerme y con la frente en alto
al feroz cauce de mis sentimientos,
salvajes y en bruto.

Vacío mis entrañas,
de manera que no quede nada dentro,
nada que escape a tu vista.

Te observo en el espejo,
mi mirada busca la tuya mientras mi ilusión
se pasea por tus poros intentando saber que transpiras.

Mi anhelo te contempla, taciturno,
en la humedad de mis ojos nocturnos
contándome historias, anécdotas del futuro
que las arañas de mi mente tejen entre sueño y sueño.

La ficción, la quimera, es solo aparente,
pues estás más viva tú hoy en ese espejo
que cualquiera junto a mi.

Tu reflejo omnipresente
se mantiene indeleble durante todas mis horas
quemando mi piel.

Se inserta en mi como un hierro candente que deja una marca,
tu marca que miro absorto cada vez que me sitúo frente al espejo.